miércoles, 6 de mayo de 2009

Velando

La pared blanca, la similitud. El cielo invocando perjurios que resbalan por las manos del destinatario que evade su destino. Hay hormigas y mosquitos volando hacia el sol, pegándose al tronco de sus rayos. Se queman y aún siguen abrazándose al cuerpo horas atrás caliente.
No quise flores.
Los barcos. Barcos en el azul encrespándose y sujetando el horizonte con la escasa sabiduría de ser tragado por ese mismo horizonte antes visitado. Entonces el azul y la pared blanca se olvidan de callar las gaviotas del cielo y su boca empapada de vida para llenarla de muerte en cuatro paredes y en reducto cuatro paredes más.
No queda más que quebrar la pared blanca y recordar el centro de la habitación, los ojos en el espejo de sus ojos para saber que no puedo estar peor, y olvidarme de dormir la mañana para comenzar o salirme con la mía y cambiar apenas, a un momento primaveral del día. Hoy si quiero flores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario