sábado, 10 de abril de 2010

Visita al zoologico

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Camino entre los árboles y me descalzo las ruedas de los pies. No salgo pero vuelvo a entrar. Muere el aguijón de una aguja de reloj inyectando en las venas espera y paciencia. Apagar la rabia. Alrededor hay cientos de animales que estrellan su cara contra el cielo, y no sabemos si es martes o viernes o selva. El tiempo deja de conjugar los verbos, y mi cautiverio te mira detrás de una reja gigantísima como tu descanso y tu fraternidad vacía, de cámaras de fotos que relampaguean sobre los pechos afelpados y sobre los colmillos de leche ocultos bajo la represión del paisaje. Camino inquieta, en círculos, palomas breves vuelan y entran al zoológico que levantaste en tu olfato mal cocido y mi nariz ya no respira primaveras, solo golondrinas que se van donde animales no esperen su muerte recostada, cansados del ojeo y la mirada constante y las voces, gruñidos de hombre. Tu pupila se ensancha y sigo comiendo de tu mano, hasta el día de la revolución. Mi cuerpo tiene la pared llena de arcas de Noé desamarrando las cuerdas.
Tu noche no es el infinito y enciende veladores, visibilidad variable, la niebla, el movimiento de una bestia encerrada. Las rejas, mis costillas, y toda esta selva que se muda lejos, tan lejos que me vas a encontrar, otra vez, pero llena de vida, cerrándole los ojos a tu muerte.






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jueves, 1 de abril de 2010

(titulo desconocido)

OCÉANO-ARCO-TÓXICO-TENACIDAD-CEJAS-FÉRTIL-DIMINUTO-ACELERAR-TIERRA-BURBUJAS-PUREZA



Primer resultado

Hay un océano diminuto sobre el arco que se levanta en tus cejas llenas de gaviotas hambrientas, mientras teje mi tierra fértil desnuda con su tenacidad, para evitar el avance del agua. Entonces el océano se purifica y las olas desordenadas burbujean la espuma tóxica de la rabia que te sale por los dedos y me tocas, y sos el terreno explosivo que armoniza esta tempestad, que aún cruje acelerada, urgente, sofocada de sal buscando bordar la tierra varada en mi estómago. Y te impregnas, floreciendo el sitio más azul y mas lejano que me lleva a otro cielo, donde la sequedad se duerme una siesta junto a las persianas a medio cerrar. Necesitas la sed del desierto, la falta, la esquizofrenia de necesitar la paz que renguea sometida a tantos gritos perdidos en medio de tu mar.





Segundo resultado



Despierto herida
vuelvo a las burbujas y a la pureza
que brota a mitad del camino,
poseo el alimento toxico para tu orgullo
que se arquea tenaz en la tenacidad de tus cejas.
Y vuelvo al tejido fértil de los mediodías
al polen que estornudaban a escondidas los recuerdos
pero el paladar diminuto se hace agua
y acelero el pulso hacia la mirada del este
contemplando el subsuelo
que amanece debajo de estos pies.

cabos sueltos

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No sabemos de pájaros ni de la historia del fuego pero sabemos como ella que la soledad puede volar y debe hacerlo hacia otra parte, llevar lejos la voz, el pensamiento y contar ovejas y pájaros y sus plumas para saber cuántas faltan cuando arranca el avión del tiempo y todo ese cóctel de despedida. 



*


En la boca en la lengua la risa y dentro de las burbujas en el aire tu rostro encapsula momentos, perturba la distancia dejando el tiempo, la lejanía de una esperanza inconcreta. El pequeño lugar donde todo se guarda y hasta vos y yo estamos ahí, caminando sin sentido cubriéndonos la cara con una moneda sin rostro, recortando los segundos en forma de poemas y pintándonos las manos oscuras de colores blancos como los primeros cabellos desteñidos de tu frente, sabiendo que nunca mas volveremos a ser.



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La noche tal vez sea el olvido de la luz en el cielo. Hielo pagina en blanco se acerca, desarraigo y extraña la belleza de tu piel en la almohada. Espejos en lugar de puertas, desesperación, no encontrar una llave una salida o tu voz para poder hablar desde tus cuerdas vocales, callar gritos. Llueve sobre las manos. Búsqueda incesante detrás del espejo, sinónimo nido nicho nacer morir donde se nace.



*


Tiempo repetido temor de una sonrisa sueño vidrio que raspa la figura, tarde noche todo calma. Aferrada a las alturas, cercanía pies que devoran sombras cansancio y la áspera visión del mundo de rodillas, el miedo es una forma cerrada sin ramas que cuelguen sol y una cruz clavada en el pecho desenhebrando la clásica función domingo a la mañana. El rito, la comunión confesa lo cura, custodia la verdad en el living el incendio afuera alguien y dentro la victima el desarraigo lucha enferma, se cura.



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Hay un muro detrás de tus cortinas o es el monstruo de pie esperando el acercamiento. El ave despierta en tus ojos. Crecer como crece una ola a orillas de la puerta querer cruzar y dale de comer, dale de beber al ave y su curiosidad. Sos el muro la costumbre el miedo al salto el miedo a volar con tus alas el soplo de aquellos.


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Somos el mediodía el sol las nubes la belleza y quién, quién mira el abandono la cirugía del tiempo recortando el horror de las manos sucias, todo es perfecto debe parecer perfecto. Enceguecemos.


*



Hay una luz negra que ilumina y es mentira, mentira si sos rojo o azul o margarita y su caer de los pétalos, me quiere no me quiere ¿me querés? Pero querer al borde de un río, al borde del agua y su cara de ahogo. No me queres en la estrella fugaz que palpita en la palma de tu mano derecha, cuando se te clavan las espinas naranjas del sol cuando te fusila la mirada y todo es pétalos que caen hasta la nostalgia hasta el desamor perdido de un tiempo que no fue. Y la estrella fugaz en los pelos al viento y su columpio peligroso peligrosamente. Así la plaza, el río el azul y yo, tarareando la canción gris del silencio entre las yemas de los dedos hasta obtener toda tu mano. ¿Lo sentís? Como suaviza la piel, te duele el dormir y ya no hay salidas esperando, solo un agujero negro y la serpiente del vacío dejando su muda de piel sobre tu ombligo. 



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Mutar al inevitable dónde y para qué aventurarnos a ese vacío opaco donde reposa la verdad de ser, aunque se inserten las espinas y broten de ellas pimpollos de color cielo o se subasten las últimas hojas del ultimo árbol verde, verde como tu camisa y tu respiración y el otoño breve que se abre sobre tu espalda.



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No hay salidas esperando a la puerta. La huerta y la cosecha que sembramos va y viene, tierra removida las palas el entierro de esto y cada tanto crecen brotes para mi ensalada. Despierta todo aquello que respira en mi memoria, ¿me ves? Entre el pequeño resplandor de una grieta descalza saludo y no hay mas remedio que una memoria blanca subiéndose a la niebla para comenzar a escribir una nueva historia. Hoja blanca oasis.



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Estoy abajo al sur de la esperanza. La soledad sentada a la mesa y me repito dónde estamos, dónde pertenecemos. El aire sigue dorado acá, solo hay verde persiguiendo pájaros vivos, y esta silla cansada de observar el horizonte vacío, a punto de ser parte de la oleada que se hace cada vez mas cercana, como escaleras persiguiendo rascacielos.