miércoles, 12 de febrero de 2014

Piel a lunares


Quiero llevarte conmigo
que seas un lunar en la piel
una marca para materializar
la emoción de lo vivido
en algo que pueda ver todos los días
es bueno recordar el 
pasado 
cuando tiene consecuencias 
directas con el presente
sino, no existe más
es materia inerte
 
flotando por el cosmos.
Un lunar para mirarte
unirte con otros y formar
una constelación
a veces dejarme absorber 

por un agujero negro
aparecer en otro rincón del universo.

Me gustan las historias 
de pequeñas cicatrices
pero no te quiero así
recuerdan 
el dolor de una herida
los doctores dicen tranquila
no se va a notar
pero no hay agujeros negros
para ciertas cosas.
Quiero que seas un lunar nevus
me lleva a nebulosas
no quiero que te vuelvas maligno

y te extirpen de mí
quiero que estés en cada uno

de los lunares
para poder contarlos
cuando no puedo dormir
hasta dormirme.












Foto: Laura Makabresku

viernes, 7 de febrero de 2014

Jugar jugar


Cuando era chica jugaba a ser actriz
me tiraba al suelo, me hacía la muerta
caía de un golpe seco
reproducía contracciones musculares
como las vacas recién muertas en el matadero,
un ataque al corazón una bala perdida
también me apretaba el cuello hasta quedar morada
o me ponía una bolsa en la cabeza.
Al principio mi familia me miraba
preocupada, después me dejaban morir.
Los chicos llaman la atención y juegan
porque el juego es un deber
una anticipación a la vida adulta
siguen esquemas funcionales con premios y derrotas
en el espacio ideado hasta que ya nadie los ve 
y se encuentran en su mundo.

A veces siento que busco ser así
cuando el amor resulta una fantasía
me encuentro en un juego
caigo al piso estiro la mano 
pido ayuda me falta el aire doy
las últimas inhalaciones
sin sangre, sin lágrimas sin espectadores.

Ya nadie mira
sólo soy una actriz muriendo
que le reclama a la vida
a un amor que desaparece sin testigos
y el juego sigue el juego siempre sigue
e impone un nuevo desafío:
ante quién vas a morir hoy.



























sábado, 1 de febrero de 2014

Dos hombres y sus dichos




Los hombres nacimos con un pan
entre las piernas, me dijo uno
y ustedes con una escoba
-también entre las piernas-
porque desearían tener esto que no tienen.
Señor, si yo tuviese una escoba acá
-le levanté las cejas, abrí grandes los ojos-
¿sabe que haría con usted?
no me gusta decir groserías a gente mayor
pero se lo dije.

Está bien que la mujer trabaje
pero a mí me gustaban las mujeres de antes
que se quedaban en la casa, me dijo otro.

Si yo fuera su mujer, no podría
compartir el aire en la misma casa
¿sería mía también? me iría al jardín
que tendría que ser enorme
al quincho donde pondría otra cama
cuando no quiera tocar a mi marido
o abajo del Jacarandá
con vista  a las praderas
llenas de lavandas en chapadmalal
el mar furioso de noche.

Si mi libertad se redujera
a mantener una casa
y los hijos ya estuviesen crecidos
exigiría mensualidad en la librería
en prune, en una artística
clavaría un atril en el jardín
junto a una fuente y colibríes
haría un boquete en el quincho
para hacer pasar al amante de turno
que traiga un poco del afuera
en su cuerpo
algo de esa libertad
y me hable del clima
de astrología
de las guerras en el mundo
de los avances en el cuidado de la piel.