martes, 19 de enero de 2010

(titulo desconocido)


Y tu cabello largo se sujeta a la costilla más austera del mundo, a la garganta pintada de oleos en el jardín mas triste del amanecer, de las grietas en el medio del agua, de cada uno y de todos los anteojos de ojos grises en el fondo del cielo, de palomas que aúllan como sirenas a la luz de la noche, de alarmas dispuestas en ajedrez y el cuerpo levita hacia las costas de otro rostro y de otra fe, que sea capaz de permitirme la hoguera, la junta el remedio el sabor a cereza de patio y su naturalidad sin insecticidas. La pulga del perro que duerme en la puerta de tu casa y de tu cabello tan largo que le abre la puerta, sin despertarlo, para que juegue dormido a cómo se pisa una casa decente, esa donde habitas y ejerces tu docencia de poder, donde coleccionas agujeros de bolsillo sólo porque te gusta brillar y el perro que no sabe dónde esta acostado, esperando a que tu cabello le abra la puerta de nuevo y poder buscar el barro, la molécula de mugre mas hambrienta de blanco, de cristal almidonado, de carencias ocultas debajo de tu cama, de peluches mirando una vitrina y su reflejo, suavidad y la belleza de lo intocable, la mirada perdida buscando la calle, el abrigo naranja del amanecer que respira y tus pies lavándose las uñas antes de rasguñar otro cuerpo, antes de que la noche lo duerma sin tu soledad.

jueves, 7 de enero de 2010

Encontrado en archivos viejos, olvidados.

Respira realidad
o se inquieta la ventana
espiando el mundo

imágenes giran
un calidoscopio encuentra
jardines primaverales en tu rostro.

Todo amor para dar
sentido de sentirse

si despierta tu respiración
que no delate la vida llevada en el bolsillo.

Hay algo a orillas de tus ojos
y no son mas que otros ojos
los de una víbora que resbala
escribe sobre las mejillas

o es un puñado mas de tu sangre
en el deshielo de otro rostro

( el mío)

llega a la boca
espera
un desierto sonríe

acaso hay otra soledad mas triste
ahogarse esperando agua.


Insistir
tatuar la manía de caminar a los huesos
últimos pétalos de la memoria

o no saber nunca
de que color se viste el recuerdo

a que huele el descalzo fingir de la muerte
y su lecho de inocencia
como un temblor en la rodilla.

Si he visto tus manos
atravesar las rocas

no es pedir lo imposible
que te cargues en la espalda mi pequeña cruz
y lleves su otoño sobre tus manos
ultimas cenizas de calor

así vas a saber cuanto has amado al frío

tal vez pueda conocer más
el fracaso
tal vez podamos sabernos mundo.

miércoles, 6 de enero de 2010

(titulo desconocido)

Se repite, todo se repite. Vuelve y se acelera el tiempo para detenerse un instante antes. Y sus dientes acercan el filo a tu cuello pero no lo muerden, se resisten. Te dejan solo en el medio del mar y no sabes de qué hablan cuando las ganas efímeras de volver. Y te querés morir, no por querer la muerte, si no por querer que la vida se detenga.
Bajar. Ya estas detenido hace varios paisajes. La marea baja. Te pones la máscara violeta y salís con cara de horizonte en medio del mar. Y los peces que nadan se escapan de tu nada y tienen miedo, tienen miedo y el gris se apodera siempre de sus cuerpos, del anzuelo, de la puntada que los amarra a la tierra y a tu boca. Marea alta que te trae mil flores a la punta de la nariz, y se repite, todo se repite, el pensamiento rosado en los pies de la vereda, el jazmín invasivo a través del viento, pero es lejos y todavía queda tanto aroma a orillas. El mar y el miedo en lo profundo de tus ojos, y siempre la barca que se lleva el volver.