miércoles, 6 de mayo de 2009

Otoño

Cómo poder abandonarse al temor de una sonrisa, a la manera amarilla de sus ojos en la ventana, donde llora el vientre de sus ramas, donde la ventana de un sueño. Al clamor del reflejo, solo vidrio raspando la figura.
Y no le alcanzó siquiera con el temblor de los muñecos colgados del vidrio y hacia los lados del mueble. No le alcanzó con ver el hilo delgado del viento entrar por la hendija hasta desvanecerse en los cuerpos de tela, en los cristales, en los cabellos de lana escapándole al soplo. Tuvo que llegar la muerte del día y su bestialidad amable para dejar ubicarlo a su lado.
Entonces abrió la ventana como una mirada de asombro y dejo pasar el aire que empujaba ansioso esperando cubrir y cerrarle los ojos a la dueña del viento. Así podrá dormir tranquila con la brutalidad de su cuerpo recostándose sobre la nariz, sintiendo que se respira cada noche mientras todo calma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario