sábado, 13 de junio de 2009

Punto

Y las ramas dejaban caer el sol por ellas como ropa tendida, en trazos de luz que sin tocar el suelo colgaban por su robusto cuerpo. El viento, esa temible boca que suspira, esa maravilla oscura silenciando los gestos de la noche, la mudez de los árboles acariciados por sus dientes. 
La mirada toxica del olvido, encontrar el instante perdido en la tarde ausente y azul. Una península de huida a las ojeras del miedo, el miedo y esa sensación de no pertenecer, de sol apagándose bajo las ramas.
Y quiero encontrarte sobre el final, para saber que en otra vida serás el comienzo.

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