En aquel horizonte pinceles escriben el exilio
no quieren huir
cuando suena el blanco frio en la ventana.
Finales comienzan
tallan sobre cada mano
un destino.
Solo despedidas y anclajes
enredándome al viento que rompe en tus pestañas
mientras se desgrana el hemisferio
en la pequeña ceja de los puertos.
Y es ahí
donde la calma se acomoda a tus orillas
donde poder esperar
ese eterno exilio hacia el nunca.
En las rocas hay un mástil
una bandera
flameando la esterilidad de tu memoria.
Y cada vez que el sol se oculte bajo latidos
y solo yo sea el cautiverio
única función de tus mareas
será tu adiós en mi boca
un horizonte
o será el tiempo.
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