miércoles, 3 de agosto de 2011

Las enfermedades del miedo



Se me caen las uñas
los pelos de la cabeza hasta las piernas.

Las personas ven ausencia de pelo
y despierta el temor a la no salud
al monstruo que nos absorbe desde adentro,
ver con sus propios ojos la invasión
la muerte bostezando en un cuerpo vivo.
Hay que taparla hasta la frente
apagarle la luz
contarle un cuento o dejarla dormir.

Somos habitados por finales abiertos
desde la infancia, desde el vértigo
de la destrucción de hogares,
mendigar monedas y amor.

Me voy a sentar en una plaza
al borde de una fuente
con mi falta de cabello y de mis cejas
para que todo transeúnte mire la carencia.

Detonar consciencias sucias
que la asociación vuele directo
a la construcción de la limpieza
a indigentes tapados
por escombros
de una ciudad que demuele su ADN
y eructa edificios nuevos que llenar
sin historias clínicas enfermas,
vendiendo hasta la última porción del aire.

Manos plantan forzosamente
con uñas esculpidas,
alegrías del hogar en la vereda
de la municipalidad
de las iglesias,
porque todo debe estar limpio
todo brillante
todo debe estar lleno de pelo.

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