martes, 12 de octubre de 2010

Rarezas

Un gato ronronea en el tejado, en tu espalda se abre clandestina la séptima vértebra
y un aljibe tira de su cuerda y de su balde, sube hasta sentarse sobre tu omoplato izquierdo. Me acerco a tu piel, a tu cuerpo dormido y miro su profundidad, no es eterna el agua, la sequía de mi lengua se parte como las tejas y los pies del gato.
Y tus costillas se levantan hasta formar un arco, cruzo el puente y aguanto la respiración, pido un deseo, construyo otro puente y otro deseo como puente.
Pero ya no somos parte.En tu techo no hay espacio para mí, mis manos asoman por el aljibe, se desmorona ladrillo a ladrillo. Arranco toneladas de escombros, en la búsqueda no me encuentro.Las formas desaparecen en el aire y ya no hay gatos ni tejados, ni tu cuerpo, ni mis manos. Este desastre se desintegrará cuando despierte.

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