En el hermetismo de tus símbolos
suena el asombro
radiación de piel herida
cuerpo reloj amamantando el tiempo
que se vaya de vos y de todos tus pasados.
Las cenizas volcánicas de la violencia cubren tus muebles
el viento roto golpea en la ventana
abre la jaula
la garganta espera la noche
el precipicio de la marea oculta
lo cutáneo de un amor analgésico.
Ahorro veintidós monedas de tiempo con vos
la peste se encuentra a tu soledad conmigo
mañanas enteras de naufragio sobre la mesa
y la manteca se derrite
la cuchara se enfría dentro de la taza
del té que aguarda el desague.
Tengo el espacio aromático en mi memoria
lleno de tu sonrisa de satélite varado
de copas que se encuentran
con la eficacia intolerable de saberse sed.
Encuentro tu luz encendiéndome
contrarresto los alambres de mi corona de púas
cercan la existencia
y la cruz vuelca hacia tus manos
Al calvario lo dejé en tu vereda.
Ahora seguí vos.
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