jueves, 27 de agosto de 2009

(título desconocido)

Y necesito un destornillador 
que afloje la neblina
la extraña creciente del mar sobre el perdón
laguna cerrándose entre las piernas.
La naturaleza perpetúa 
el ambiente gris de mi mejilla.
Afuera un bolsillo de cielo
guarda sobredosis de espanto
tenedores se hunden en mi pecho
escarban cuando aparece 
tu risa menguante
y jura inyectarse una mañana
un rayo de sol
una intrépida porción de sangre
que negocie las cruces con la suerte.
La costura de mi vestido se abre
y enciende una vela de amanecer.

Ingiero la estupidez de anclarme 
a los oídos de los puertos 
que barren las pocas ganas de navegar
mas allá 
con tanta peste.

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