sábado, 1 de febrero de 2014

Dos hombres y sus dichos




Los hombres nacimos con un pan
entre las piernas, me dijo uno
y ustedes con una escoba
-también entre las piernas-
porque desearían tener esto que no tienen.
Señor, si yo tuviese una escoba acá
-le levanté las cejas, abrí grandes los ojos-
¿sabe que haría con usted?
no me gusta decir groserías a gente mayor
pero se lo dije.

Está bien que la mujer trabaje
pero a mí me gustaban las mujeres de antes
que se quedaban en la casa, me dijo otro.

Si yo fuera su mujer, no podría
compartir el aire en la misma casa
¿sería mía también? me iría al jardín
que tendría que ser enorme
al quincho donde pondría otra cama
cuando no quiera tocar a mi marido
o abajo del Jacarandá
con vista  a las praderas
llenas de lavandas en chapadmalal
el mar furioso de noche.

Si mi libertad se redujera
a mantener una casa
y los hijos ya estuviesen crecidos
exigiría mensualidad en la librería
en prune, en una artística
clavaría un atril en el jardín
junto a una fuente y colibríes
haría un boquete en el quincho
para hacer pasar al amante de turno
que traiga un poco del afuera
en su cuerpo
algo de esa libertad
y me hable del clima
de astrología
de las guerras en el mundo
de los avances en el cuidado de la piel.







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