viernes, 15 de junio de 2012

(titulo desconocido)


Todo puede tener sombra

Hay luz en todas partes
pero el mundo es un lugar oscuro
de luces encendidas.
Si está nublado hay una leve sombra fantasmal.

Una tarde de verano frente a la higuera
sentada al lado de mi abuelo
sobre el banco blanco de su jardín
me escondía chiquitita
apegaba mi cuerpo a su cuerpo,
miraba al piso queriendo entrar
en la sombra que él dejaba
cuando descansaba del taller de carpintero
y el aserrín simulaba
un pelotero donde pasar horas.

Mi terror por las moladoras crecía
la descuartización del tiempo asomaba
como una catástrofe inevitable.

La sombra del brazo de mi abuelo se estiraba
mucho más en el piso que a mi lado,
agarraba la pava y cebaba mates dulces
la bombilla de la sombra larguísima
deformaba sus bigotes de brocha matinal,
al succionar agua se arqueaban.
No me convidaba, la abuela decía
su saliva es sucia y asquerosa.
Pero él disfrutaba de la vida, de comer
jugaba al truco, al fútbol, pescaba.

Otras tardes iba a verlo y abuela decía
no molestes a tu abuelo que está muerto
y yo corría a la habitación
con el pulso corriendo delante de mí,
abría la puerta y me acercaba despacito
calmándome para escuchar su respiración,
si su pecho se inflaba
si sus pestañas temblaban.

Todo puede tener sombra
la luz de mi abuelo con la oscuridad de la abuela,
el limonero del vecino a la higuera,
esa sombra que caminaba
cada noche alrededor de las camas,
y yo iba a ver si dormían
mamá, papá, mis hermanas
porque creía que podían estar muertos.

En puntitas de pie volvía a la habitación, tranquila
velando el sueño de todos
creyendo que la sombra
de la muerte de la infancia
estaba lejos.




(marea gris)

No hay comentarios:

Publicar un comentario