Y podrás enhebrarte al capricho
a los huesos a la noche a la bocanada
perpetuándose a tu boca mal herida
a tu escarcha ácida sobre los finales humeantes
y sabrás de demencia
de inviernos alados a los tobillos
ese frío austero que te sostiene.
Sabrás del silencio
del sonido del cristal en el río
y tu vos de mí
quebrándose en la garganta.
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