jueves, 28 de febrero de 2013

Un piquete al corazón.







Tengo el corazón pequeño
más pequeño que mi puño cerrado
los latidos parecen una orquesta
sus violines se escuchan desde cualquier valle

otras veces todo es percusión africana
acelero el pulso y retorno al origen
se contrae y se relaja, contrae y relaja.

Hay momentos en los que
como una cámara  endoscópica
el pensamiento se enfoca en mi motor:
me pongo nerviosa, sigo su movimiento
me asusta la importancia de su mecanismo
pienso si al pensar su posible detención
podría suceder, como cuando
queremos dormir unos minutos, y dormimos.

Tengo algo con las muertes por paros cardíacos
la disfunción de ese órgano
en personas a mi alrededor
tal vez delegamos la vida en el reino del corazón
dejamos pasar al amor, la salud, al trabajo
todo amontonadito se vuelve
una corriente sanguínea pesada buscando
oxigenar el cuerpo, bombeando razones
preocupaciones, plaquetas
a puro glóbulo rojo que se asfixia
y construimos allí nuestra ciudad
como las medievales con fuertes y fosos
hasta que ya
no tiene más lugar donde expandirse
cierra sus compuertas
todos los habitantes esperan un fin del mundo
se abrazan unos a otros
su galaxia de piel se vuelve azul
sin aire en los tejidos la pupila se dilata
y la música se convierte
en el último viento que sopla allá
cerca de sol.

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