sábado, 11 de agosto de 2012

La puerta y el arroz con leche




Deslizo el dedo índice
por la página amarillenta de un libro,
puntos cardinales
en la reflexología del cuerpo,
abriendo células como flores naranjas al sol.

Allá enfrente tu casa
una nueva edificación del tiempo,
hasta la respiración
cambiaba de curso en el aire,
los autos apenas se movían
con el trazo de luz en una foto,
en el movimiento que le damos al verlas
y la continuidad,
el trazo imposible y eterno del instante,
o las hojas del tilo en la vereda
que encaprichan al árbol en té.

Miro tu puerta
un comprimido amarillo
de quinientos veintisiete miligramos
de analgésica felicidad
que abro con los dientes
se diluye
en la boca
los poros se cierran
la pupila se dilata
en la página ciento treinta y seis del libro.

Flores amarillas del tilo
aroma a navidad
la corteza del tiempo
y la piel
tirada como un pedazo de canela,
se disminuye al polvo
de un arroz con leche
en la cuchara
y no abrimos la puerta para ir a jugar
entonces
una foto con vos en la página ciento treinta y siete
y un militar que levanta la barrera del tren
en la esquina de casa,
no la vemos en la foto pero está
como vos y yo,
y la continuidad
se convierte
en una pequeña desaparición.

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