domingo, 25 de diciembre de 2011

Costumbres



Tengo la costumbre de observar 
las ramas de los árboles
ver dónde fueron podadas,
cómo crecieron nuevamente.
Esos nudillos que se hacen
ramas finitas que crecen
hacia una dirección distinta que la original.

Imagino su poda
hace cuántos años habrá sido,
algunas ramas poseen varios nudos
puntos que sobresalen
y hay que unirlos para descubrir
una figura, una constelación.
En invierno se pueden apreciar mejor.

Tengo la costumbre de mirar el cielo
cuando está azul
y cúmulos de nubes bien redonditas
se mueven de a poco
para darme tiempo a subir,
esa sensación de saltar en un globo gigante
como el de mi infancia en plaza Colón.

Descalza sentir que los pies
no son el límite que necesito para despegar,
corro sobre ellas
siento la sombra fría
de otras nubes que pasan a los costados.


Acostarme boca arriba
en la zona donde el sol dé más fuerte,
también suelo verme desde allí
en una vista de avión, de imagen satelital
como si alejara el cursor por la pantalla.
Verme como un puntito oscuro
porque estoy sentada a orillas del mar
y soy arena.

Seguir en las nubes con la mente disociada
en la ventilación del alma
y el arduo trabajo de desterrar al cuerpo,
apenas conectarlo con electrodos
vivir las sensaciones necesarias.

Prescindir de la costumbre del miedo
del vértigo en la poda
y del amor que planea bajito.






(marea gris)

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