Sos de marzo
de esa manera angosta de palidecer el alma
y mostrarla pura
exacta
de atardeceres tempranos
bocas que se arman y desarman
guerras que son y que no fueron.
Mis venas van llenas de trenes desbordados
de hemisferios que se abren
a tu llegada perpendicular que crucifica el verde.
El color nos encuentra amarillos
de fiebre amontonada en las veredas
y el tiempo calla
me resucitas a otra estación
los pasajeros se desprenden del cuerpo
siempre es tierna la piel y el desenlace.
El óxido me mancha el saco blanco
y el andén a seguir es desencadenar el pecho
plantarme la espina de tu mirada
el desvío
el ejercicio de la pérdida.
Este árbol no muere de pie, solo resiste
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