miércoles, 6 de enero de 2010

(titulo desconocido)

Se repite, todo se repite. Vuelve y se acelera el tiempo para detenerse un instante antes. Y sus dientes acercan el filo a tu cuello pero no lo muerden, se resisten. Te dejan solo en el medio del mar y no sabes de qué hablan cuando las ganas efímeras de volver. Y te querés morir, no por querer la muerte, si no por querer que la vida se detenga.
Bajar. Ya estas detenido hace varios paisajes. La marea baja. Te pones la máscara violeta y salís con cara de horizonte en medio del mar. Y los peces que nadan se escapan de tu nada y tienen miedo, tienen miedo y el gris se apodera siempre de sus cuerpos, del anzuelo, de la puntada que los amarra a la tierra y a tu boca. Marea alta que te trae mil flores a la punta de la nariz, y se repite, todo se repite, el pensamiento rosado en los pies de la vereda, el jazmín invasivo a través del viento, pero es lejos y todavía queda tanto aroma a orillas. El mar y el miedo en lo profundo de tus ojos, y siempre la barca que se lleva el volver.

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