martes, 19 de enero de 2010

(titulo desconocido)


Y tu cabello largo se sujeta a la costilla más austera del mundo, a la garganta pintada de oleos en el jardín mas triste del amanecer, de las grietas en el medio del agua, de cada uno y de todos los anteojos de ojos grises en el fondo del cielo, de palomas que aúllan como sirenas a la luz de la noche, de alarmas dispuestas en ajedrez y el cuerpo levita hacia las costas de otro rostro y de otra fe, que sea capaz de permitirme la hoguera, la junta el remedio el sabor a cereza de patio y su naturalidad sin insecticidas. La pulga del perro que duerme en la puerta de tu casa y de tu cabello tan largo que le abre la puerta, sin despertarlo, para que juegue dormido a cómo se pisa una casa decente, esa donde habitas y ejerces tu docencia de poder, donde coleccionas agujeros de bolsillo sólo porque te gusta brillar y el perro que no sabe dónde esta acostado, esperando a que tu cabello le abra la puerta de nuevo y poder buscar el barro, la molécula de mugre mas hambrienta de blanco, de cristal almidonado, de carencias ocultas debajo de tu cama, de peluches mirando una vitrina y su reflejo, suavidad y la belleza de lo intocable, la mirada perdida buscando la calle, el abrigo naranja del amanecer que respira y tus pies lavándose las uñas antes de rasguñar otro cuerpo, antes de que la noche lo duerma sin tu soledad.

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