lunes, 28 de septiembre de 2009

(título desconocido)


Las rocas como una estatua del hombre tocando el mar sin las manos, con la vaga sensación del agua mojando la delgada piel de los párpados. De su tierra piel, dejándose amar por una caricia de sal estancada barriendo y juntando caracolas y su piel tierra una zanja donde permanecer el agua, una bocanada de aire, ese aire que viene desde el fondo y su inmensidad, desde donde hay otro igual que espera. En la piel el agua y yo, y ningún otro lugar donde poder ahogarse.

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