viernes, 2 de enero de 2015

Amor y fiebre en tiempos de césped sintético



Puedo estar horas sin darme cuenta de la fiebre
como un cuerpo caliente que no percibe
el desgarro en competencia
aunque algo le diga que sí, que algo se rompió.
Quiero que juguemos un partido
con nuestras bipolaridades.
Podemos ir al potrero frente a la iglesia
y que nos arbitre el cura que alentaba
el vía crucis de Maidana en el bar 
una noche antes de la colecta.
Aunque no sirvo para correr me gusta
darle con fuerza  desde una posición quieta
patear un penal, un córner
un tiro libre al ángulo izquierdo
creo que vivo así también
con la presión de esperar el silbato
persignarme o escupir
la ansiedad es quien me patea afuera.
Pero a la pelota hay que llevarla por toda la cancha
correr y más cuando ganas el partido
todavía nadie gritó
el mejor gol de tu historia.
Esa noche de fiebre soñé con un chico
que conocí hace diez años
de esas personas que te hacen preguntar
qué hubiera pasado si seguían en tu vida.
Era muy bueno y lo dejé ir
los cracks siempre se van a un lugar mejor.
Al otro día me desperté y lo busqué en facebook
pero no me acepta
y no me importa lo que pueda pasar
es tarde para bajar la fiebre
para transpirar la camiseta
aunque se te rompan los ligamentos
aunque quieras volver a jugar ese partido
no confundas amor con caridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario